El increíble habitante milenario de la faz terrestre, a
común persigue logros y contempla los medios, ignorando si son causas o efectos
y su naturaleza y magnitud.
Sin embargo, pudiendo ser este efecto de una causa
no atendida, o concreta, que es una potencial causa e ignora su efecto. Todo
fluye y refluye.
Cada episodio acarrea un movimiento consecuencial. Un efecto
se convierte en causa y una causa en efecto de otra anterior.
Aludiendo la naturaleza de los hechos, como excelentemente
lo hace el hombre, se confunde si sus esencias son básicas e imperecederas o si
son bamboleantes y caducas, entonces el hombre si no contempla las Causas
Primeras y su verdadera magnitud, todo lo que hará, ya sea que actúe o piense,
tendrá una existencia efímera, cuyos límites estarán determinados por la naturaleza
de sus actos y pensamientos y el Ritmo que estos lleven.
Su origen, adecuadamente atendidas brindan efectos
Imperecederos y éstas constituyen un Poder “ESTÁTICO Y DINÁMICO”, inmutable e
inalterable, que engendra a los hechos o efectos espirituales, mentales,
morales y existenciales “NO CADUCOS, NO EFÍMEROS, sino ETERNOS Y DE VALIDEZ
UNIVERSAL”
Todos sabemos de que en todas las épocas existieron mentes
de hombres sabios que supieron observar todo lo que tiene valor universal y
supieron destacar todo aquello que es efímero, sin sustancia y apoyado sobre
bases frágiles.
Grandes pensadores, maestros e iniciados ordenaron su
conocimiento y fundaron escuelas, doctrinas y filosofías que llegan hasta
nuestros días como signo de que la sabiduría mantiene su valor como siempre y
para siempre. Hubo pueblos que se destacaron entre las ciencias, las artes y la
magia: el egipcio, el chino, el hindú, el griego, el romano, etc., algunos de
ellos posibles herederos de la sabiduría atlante, algunos milenios antes
desaparecida. Nos preocupa en esta oportunidad la cultura egipcia. De su seno
nacieron las bases fundamentales de las doctrinas ocultistas. El Hermetismo es
la doctrina central de este trabajo.
INFORME (VÍDEO) :
INFORME (VÍDEO) :
Los expertos tenemos que considerar a Egipto como la tierra
gloriosa, bendecida por el conocimiento de la Inmortalidad del Alma. Y así nos
retrotraemos a la legendaria ATLANTIDA, por la sensatísima razón de que las
escuelas de los Misterios, con su iniciación filosófica, debieron tener un
origen anterior al de Egipto, y se ve reafirmada esta teoría en unas
informaciones secretas que, maestros de la escuela de Heliópolis, dieron al
joven y serio investigador griego PLATÓN.
Estas entre otras cosas, decían que:
la veneración a la luz y a su agente el Sol, fue el principal dogma de la
religión atlante, y lo fue también de la primitiva religión egipcia. “RA”, el
dios Sol, fue el primero, el hacedor de todas las cosas, el UNO, engendrado de
sí mismo, padre y creador de todos los demás dioses. Los Atlantes tuvieron un
largo período de civilización muy elevada y noble, para luego desaparecer,
hundida en las aguas del mar, mucho antes de que Babilonia se corrompiese,
convirtiéndose en la ciudad más degenerada del mundo antiguo.
La esfinge de Gizeh, con sus ojos sin vista, fijos en un
punto exacto del horizonte donde el sol hace su reaparición diurna, y la gran
pirámide, ambas construidas en la era atlántica, con señales visibles del
misterioso continente, mundos legados de una raza de hombres que fueron nuestros
ancestros, y que la tallaron para que fuera su estatua máxima, su imagen
conmemorativa más sublime y la dedicaron al Sol, el dios Luz. Este fue el
venerado emblema de piedra, de una civilización para la que, en este mundo
denso y material, la luz era lo que más se aproximaba a Dios.
En el libro del Génesis, el primer elemento creado fue la
luz, sin la cual no podría haberse creado, Dios dijo: (Sea la luz; y fue la luz)
… La verdad es inmutable en sí misma, solo ella sobrevive a todo y resiste el
paso de los milenios, como la Esfinge, semienterrada en las arenas del
desierto, por tranquila y correcta, encarnando la fuerza del león, la
inteligencia del hombre y la serenidad espiritual de los Dioses.
La Esfinge nos
predica desde la piedra un silencioso mensaje a todos los que tengan oídos para
percibirlo. Su figura se encuentra en la entrada de los templos, en diversas
partes de Egipto, como señal de protección de lo que allí se guarda, es por eso
que se la considera un ser o un objeto de la naturaleza divina.
SITUACIÓN GENERAL DE EGIPTO
En el año 2000 a.C., Egipto sufrió la crisis más
atormentadora, que un pueblo puede atravesar: una invasión extranjera y una
semiconquista. Conducida por reyes-pastores llamados HICSOS, dicha invasión se
lanzó sobre la nación y fundó en el Delta la ciudad de AVARIS. Según los textos
de MAMETON, los Hicsos habían sido fenicios, JOSEFO los consideraba árabes. En realidad,
la invasión de estos extranjeros debe relacionarse con un movimiento de
emigración, en el que los Hititas se establecen en Anatolia, los Kasitas fundan
una dinastía en Babilonia, los Semitas trataron de establecerse en Canaán y son
seguidos por bandos de Arios.
Y finalmente esta oleada fue a morir en Egipto,
y, según cita textual de Mametón: “Durante su reinado, sopló contra nosotros la
cólera divina; yo no sé por qué, de improviso estos hombres, tuvieron la
audacia de invadir nuestro país y, por la fuerza, se apoderaron de él. Estas
gentes se adueñaron de los jefes, incendiaron salvajemente las ciudades,
arrasaron los templos de los dioses y trataron a los pobladores con extrema
crueldad…”.
Para estos momentos la existencia nacional de Egipto estaba
comprometida, por su conocimiento y su misión.
Pero tenían Un Alma Vital, es decir, un cuerpo organizado de
iniciados, depositarios de las antiguas creencias herméticas, que se retiraron
al fondo de los santuarios, se replegaron en sí mismos para resistir mejor al
enemigo. En apariencia el sacerdocio se había doblegado ante la invasión y
había reconocido sus tradiciones religiosas. Sin embargo, escondidos por los
templos se guardaron como un tesoro sagrado: las ciencias, las tradiciones y la
antigua y pura religión egipcia, con la esperanza de una restauración de la
dinastía nacional.
EL GRAN MAESTRO DE LA INICIACIÓN ANTIGUA
El principio antiguo reposaba sobre una concepción del
hombre más sana y más elevada que la nuestra. Nosotros hemos disociado la
educación del cuerpo, de la mente, del espíritu y del alma y podemos afirmar
que los verdaderos buscadores de conocimiento, los que se convirtieron en
sacerdotes e iniciados, buscaron el desarrollo espiritual hasta alcanzar la
Conciencia del Alma (que significa el conocimiento consciente y Cósmico de la
Naturaleza DIVINA del Alma).
En la iniciación, el hierofante se acercaba al recién
llegado y le formulaba un breve y penetrante examen, en el que era aceptado o
no para traspasar la puerta del templo. Este tenía dos columnas: la roja
significaba la ascensión del espíritu de la Luz de Osiris; la negra
representaba su cautiverio en la materia y esa caída podía conducirlo al
aniquilamiento. Para el que abordara la doctrina secreta, había dos caminos,
nada más, la locura y la muerte para el débil, la vida y la inmortalidad para
el fuerte y justo.
En la noche, dos asistentes conducían al aspirante al portal
del Santuario oculto y lo introducían en una galería aterradora con estatuas de
hombres con cabezas de animales, iluminada por la luz de una antorcha. Al final
de este corredor debía entrar sin pronunciar palabra, por un agujero en la
pared delante de él (aún tenía tiempo el estudiante de retornar, porque una vez
cerrada la puerta del templo, debería continuar inexorablemente).
Este era tan
bajo que solo arrastrándose podía entran en él. Se le entregaba una muy pequeña
antorcha y se lo dejaba solo. Arrodillado, avanzaba por el corredor mientras
escuchaba desde el fondo del subterráneo una tétrica voz que decía: “Aquí
perecen los locos que han codiciado la ciencia y el poder”.
En su marcha notaba que el corredor se ensanchaba, pero
descendía en pendiente cada vez más rápida, que terminaba en un embudo que
desembocaba en una noche horrorosa. En su desesperación, el estudiante percibía
una grieta a su izquierda, extendía su lámpara y veía una escalera que subía en
espiral en la roca, era la salvación del abismo. Finalmente se encontraba
frente a una reja de bronce que daba a una ancha galería sostenida por hermosas
cariátides, en los laterales estaban grabados y pintados innumerables símbolos.
Un mago llamado "PASTAFORO", guardián de los símbolos sagrados
le abría la reja y lo felicitaba por haber atravesado con fortuna la primera
prueba y le explicaba los símbolos.
Los 22 símbolos representaban los primeros 22 de los 78
arcanos y constituían el alfabeto de la ciencia oculta, es decir los principios
absolutos, los cuales eran las condiciones del Mago, la Sacerdotisa y el
Jereca, el Triunfo, la Justicia, el Apostolado, la Inmortalidad, la
Inspiración, la Resurrección, el Regreso, etc.
Las claves universales que,
se convertirían en la fuente de toda sabiduría y poder, cada letra y cada
número expresan en esa lengua, una ley ternaria que tiene repercusión en el mundo
divino, en el mundo intelectual y en el mundo físico.
Así como la “A” corresponde a la letra Nº 1, representada en
el mundo divino al Ser Absoluto, de donde emanan todos los seres, en el mundo
intelectual la unidad, fuente de síntesis de los números, en el mundo físico el
hombre, cumbre de los seres relativos, que por la expansión de sus facultades
se eleva en las esferas concéntricas de lo infinito.
Las explicaciones del mago seguían y a su término venían la
prueba de fuego, que significaba la muerte del novicio. Una vez que reunía todo
su valor y se decidía a atravesar el horno, advertía que era solo una ilusión
óptica. Luego venía la prueba del agua y de la liberación de los sentidos. Si
no lograba la altura del Espíritu y del Conocimiento adecuados, cayendo en el
abismo de la materia, salvaba la vida, pero perdía la libertad, quedando como
esclavo del templo.
Sin embargo, el aspirante había vencido, doce
neócoros provistos de antorchas venían a rodearlo para conducirlo triunfalmente
hasta el Santuario de ISIS, donde los magos alineados en semicírculo y vestidos
de blanco, lo esperaban en la asamblea planetaria.
Por lo tanto, apenas estaba admitido en su umbral, porque
ahora comenzaban largos años de estudio y aprendizaje.
Estos pocos elegidos, estos escasos, que contaban con una
moral suficientemente alta como para alcanzar ser admitidos, tenían una fuente
de sabiduría encarnada por un “Maestro de maestros”: HERMES, contemporáneo de
Abraham, primer patriarca bíblico, hacia 1990 a.C. Este Gran Iniciado que,
según “El Kybalión” vivió 300 años y tuvo en Hermes su última encarnación en la
Tierra. A su muerte fue elevado a la categoría de Dios, bajo el nombre de THOT.
“Señor de las letras, las artes y las ciencias…, enseñando a los hombres la
escritura y la división del tiempo y revelándoles los misterios cifrados en las
medidas. Fue llamado ‘DOS VECES GRANDE’ por los primitivos egipcios, en razón
de que sus enseñanzas se referían a dos mundos –el oculto y el manifestado–,
Hermes Trismegisto, ‘EL TRES VECES GRANDE’ por los comunicadores de su obra, en
razón que esas enseñanzas se relacionan con los tres planos en que se mueve el
pensamiento del hombre y éste identifica y expresa cuanto su naturaleza es
capaz de percibir y discernir.
Su nombre es genérico y designa a la vez un hombre, una
casta y un dios. Como hombre es el primero, el gran iniciador de Egipto; como
casta es el sacerdocio, depositario de las tradiciones ocultas; como dios, el
planeta Mercurio, asimilado con su esfera a la categoría de “Iniciadores
Divinos”.
Hermes, el aludido personaje divino e histórico egipcio, fue
más bien legendario en Grecia y en Roma. En la mitología Helénica fue uno de
los doce (12) dioses mayores, hijo de Zeus o Júpiter y la ninfa Maya, una de
las siete Pléyades o siete hijas del Dios Atlas. Fue conocido con el nombre de
Mercurio.
Luego de nacer en el monte "CILENO" en Arcadia, fue criado y educado
por las
"CUATRO ESTACIONES DEL AÑO", las que derramaron sobre él los dones de sus
mejores primicias: la primavera le dio su florida y convincente elocuencia; el
Verano, su potencialidad fecundante; el Otoño, la madurez de sus reflexiones y
su experiencia y el Invierno su rigor y frialdad.
Para los griegos, Hermes o Mercurio, es un "INVENTOR". Se le
atribuían las invenciones del fuego, de las letras, de los números, de la
música y de los ejercicios gimnásticos. Hermes era el Heraldo, mensajero de los
dioses y conductor de las almas a su último destino. Era el dios pastor,
protector de los caminos, del comercio y bienhechor de la humanidad.
A pesar de las variantes introducidas por los griegos y
romanos respecto a la naturaleza oculta de Hermes Trismegisto, las más
acertadas informaciones nos las han dado las Escuelas de Sabiduría del Antiguo
Egipto, aquellas escuelas que aún existen y las obras literarias que
atravesaron triunfantes la historia hasta el día de hoy.
Sin embargo, Kircher aclara que muchos de los fragmentos de
las obras de Hermes eran pergaminos salvados de la maravillosa biblioteca de
Alejandría, destruida por romanos y por árabes. Aquella maravilla fundada por
Tolomeo Filadelfo, poseía, según Josefo y Estrabón, CIEN MIL volúmenes, sin
contar otras tantas copias manuscritas de los antiguos pergaminos caldeos,
fenicios y persas.
Los egipcios atribuían a Hermes 42 libros sobre ciencias
ocultas, y el libro griego conocido con su mismo nombre, encierra,
efectivamente, relatos alternados, que es como el “fiat lux” de donde
recibieron Moisés y Orfeo sus primeros rayos. En la actualidad nos es dable
encontrar algunos libros valiosos de filosofía hermética, pero la mayor parte
de ellos se ha perdido, en una época en que las persecuciones a los teólogos de
Edad Media, eran a sangre y fuego, a ultranza, contra la doctrina secreta.
Según cita clemente de Alejandría, los 42 libros sagrados de
los egipcios eran una parte de los libros de Hermes. Clemente y Abamón le
atribuyen 1.220 libros a Hermes y Mametón le atribuye 36.000.
Las primeras obras herméticas, según Bunsen y Diógenes
Laercio, durante decenas de miles de años atrás culminando la cumbre de su obra
con la aparición física de Hermes, de 300 años de duración, 19 siglos antes de
Cristo.
Todo esto y la extraordinaria importancia que la sabiduría
ocultista de Hermes ha tenido siempre en la actualidad, pasando por las
derivaciones herméticas del medioevo de la Cábala, la Astrología y la Alquimia,
y la aplicación en el día de hoy por parte de los esotéricos y espiritualistas
de los Principios Básicos de su Doctrina, hacen pensar seriamente en la
magnitud y jerarquía espiritual de este Gran Iniciado y Maestro, llamado Hermes
Trismegisto.
En reconocimiento a su sabiduría legada a los hombres de
todos los tiempos, estudiaremos brevemente el significado de las Siete Leyendas
o Principios Universales del Hermetismo.
Es increíble saber que en la antigüedad había tanta
sabiduría y tantas construcciones majestuosas ¿Tú que piensas?